En Prefiero en Casa, trabajamos día tras día para dignificar el sector de los cuidados. Luchamos para que la sociedad reconozca la importancia de las tareas de cuidado y que se conviertan en una responsabilidad social, compartida y redistribuida. Es por ello que hoy queremos hablar sobre los cuidados desde una perspectiva de género, que nos ayude a entender su importancia.

SOBRE LOS CUIDADOS

Perspectiva de género para entender su importancia

El COVID19, ha tenido un enorme impacto sobre los derechos de la ciudadanía, los derechos laborales, y sociales. Entre otras cosas, ha puesto de manifiesto la desprotección social del sistema de cuidados y sostenibilidad de la vida, ampliamente desvalorizados. Esta crisis sanitaria ha mostrado la necesidad de valorar los cuidados como base de la vida.  Según el comunicado de las Naciones Unidas, las mujeres están en primera línea en la lucha contra la pandemia ya que la mayoría del personal sanitario y de cuidados, son mujeres.  Los estudios muestran cómo las cargas de cuidados son asumidas en su gran mayoría por mujeres, representando el 66% del personal sanitario (sobre el 80% en enfermería, farmacia, psicología, y auxiliares sociosanitarios) además de otros empleos también feminizados como son la limpieza, la cocina de hospitales y residencias o el empleo del hogar.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), a pesar de que poco a poco se va equilibrado la participación en el mercado laboral entre hombres y mujeres, son ellas las que asumen en mayor medida las responsabilidades familiares y del hogar.  Las dificultades en la conciliación laboral y familiar, tiene mucho que ver con cómo se organiza nuestra sociedad en relación a la oferta de cuidados para personas en situación de dependencia y el aumento de las necesidades de cuidado. En los últimos años, se ha venido hablando de que nos encontramos en una “crisis de los cuidados” debido a la incapacidad social y política de garantizar el bienestar de un gran sector de la población. Todo ello influido por el envejecimiento de la población, la creciente demanda de cuidados, la incorporación de la mujer al mercado laboral, y la limitación de recursos públicos que asuman dichos cuidados.

En el Día Internacional de la Mujer que se celebra el 8 de marzo (8M), hemos podido ver en los últimos años, cómo se ha ido reivindicando la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Desde el 2017, la “Comisión 8 de Marzo”, ha convocado y realizado llamamientos masivos para acudir a las manifestaciones y sumarse a lo que se conoce como “Huelga Feminista” (menos este 2021 debido a la crisis sanitaria). Esta huelga incluye una huelga laboral, huelga de consumo, huelga estudiantil, y una huelga de cuidados bajo el lema de “Si nosotras paramos, se para el mundo”.

Esta huelga de cuidados consiste en una reivindicación de la desigualdad entre hombres y mujeres en torno a actividades relacionadas con el sostenimiento de la vida, como son el cuidado de los hijos e hijas, personas en situación de dependencia y discapacidad y cuidado de personas mayores. Esto se debe a que, tradicionalmente, los roles de género han marcado que este tipo de tareas son “cosa de mujeres”, y no se les ha dado el reconocimiento que se merecen y, de hecho, no se consideraba un trabajo en muchos casos, por lo que no se recibía ningún salario por el mismo. Si nadie realizara estas tareas, el resto del sistema económico no podría mantenerse, por lo que una huelga de cuidados consiste en instar a que las mujeres dejen de realizar todas esas tareas para que se reconozca dicho trabajo y se ponga en valor.

Con esta Huelga, se busca conseguir que, durante un día, se visibilice y se sensibilice a la sociedad de la necesidad e importancia de estas tareas.  Se busca también que los hombres se sientan interpelados a la corresponsabilidad de los cuidados en el ámbito privado de sus propias familias, y que el Estado pueda proveer a nuestra sociedad de los servicios públicos necesarios para cuidar a todas las personas en situación de dependencia (enfermos, mayores, menores, personas con discapacidad…) y así convertirlo en una responsabilidad colectiva y no tanto algo individual de cada mujer y su situación particular. También se intenta que las empresas se ajusten a las realidades cotidianas de los cuidados, para facilitar la conciliación laboral y familiar, y que las situaciones de dependencia no perjudiquen laboralmente a las mujeres, viéndose obligadas a abandonar sus trabajos o reducir sus jornadas laborales.